domingo, 22 de noviembre de 2009

ALEJANDRA PIZARNIK Y LA TENTACION DE NO SER


Alejandra Pizarnik y la tentación de no ser



Alejandra Pizarnik, poeta argentina desgarrada, que acepto la muerte o el suicidio como fin culminante de su tragedia. Quiso tocar el fondo y bañarse extasiada en la obscenidad y la crueldad que brotaban de ella, pues esa era su terrible naturaleza. Sola, en una sociedad hipócrita y absurda, supo convivir con su ecuánime soledad, con sus demonios y escribir...

Pero sin encontrarse salvada, con la felicidad apenas. No necesito pedir ayuda ni de dioses, ni de gente. Supo sortear de cierto modo aquel, en palabras de Cioran, inconveniente de haber nacido. Transgredió las normas y cedió a la tentación de no existir, no sin antes dejarnos un retrato, de hermosura pavorosa, de su existencia; escrito en libros o en papeles perdidos. Busco un Lenguaje puro, pero las palabras, inservibles al fin , la desengañaron. Y su final nos sitúa, a nosotros también, en la completa miseria pues como dijo Alejandra : “Nosotros, pobres seres humanos, vivimos buscando lo absoluto y no encontramos sino cosas.”



Flora Alejandra Pizarnik vio la luz por primera vez un 29 de Abril de 1936 en Buenos Aires, Argentina. Hija de una familia de inmigrantes del este de Europa. Soportó una infancia relativamente tranquila, sufriendo además tartamudez y asma. Era considerada por sus ocasionales profesores como una “buena alumna”, quienes veían en ella a una niña oculta y avergonzada, pero con “gran futuro”.

Sobre esta época escribiría Alejandra: “De niña yo sonreía, yo aprobaba. Mi memoria vela el cadáver que yo fui. Voz de la violada alzándose en la medianoche. A pesar de mis cualidades de humorista digo que una infancia ultrajada merece el mas grande silencio.”

Entrando en la adolescencia Flora, decidió utilizar su segundo nombre: Alejandra. Fue entonces la “chica rara” de la escuela, fumaba, usaba las medias caidas y hablaba sin prohibirse palabra alguna. Es en ese momento que empieza a leer de verdad: A los surrealistas, a Rimbaud, a Artaud; inicio su aprendizaje subversivo y comenzó a padecer...

Quiso estudiar primero filosofía y después literatura, en la facultad de letras de la Universidad de Buenos Aires, pero los truncó, pues realmente detestaba a los profesores y le horrorizaba la vida académica. Se sabe que en 1952, veinte años antes de su muerte, ya escribiría en su diario: “Mi soledad maúlla. La tapo con promesas vagas (...) Quiero morir. Tengo miedo de entrar al pasado. Pienso en alguna mujer de mi edad de hace un siglo. ¿Qué hacía cuando estaba angustiada? ¿Qué?”.

A los 19 años publica su primer libro: “La tierra mas ajena” (1955) que luego ella misma repudiaría. Poemario de escaso tiraje. Publico después “La ultima inocencia” (1956) y “Las aventuras perdidas” (1958), poemarios que transitan su obsesión por la muerte y su fallido refugio en la palabra.

Alguna vez escribiría: “El mas grande misterio de mi vida es este: ¿ Por que no me suicido? En vano alegar mi pereza, mi miedo, mi distracción. Tal vez por esto siento, cada noche, que me he olvidado de algo.”

Pizarnik viaja a Francia donde conoce a Julio Cortázar e inicia una cómplice amistad con él. Ella comenzó a estimarlo bastante, el le decía “Vení bichito”, justo como en el poema que le dedica a Alejandra en Crepusculario. Ella le decía que era la Maga, aquel personaje cortazariano de Rayuela, arrancando sonrisas de Cortázar, quien alguna vez le dio los manuscritos de Rayuela para que los pasase en limpio. Lo que jamás hizo, justo como la Maga Parecía haber logrado cierta tranquilidad.

Fue entonces que Alejandra comenzó a escribir un conjunto de textos enigmáticos que no llevaban mas titulo que su orden de numeración y que llevan por centro temático al silencio y la soledad: “Arbol de Diana” (1962). Alguna vez escribiría: “La poesía es el lugar donde todo sucede. A semejanza del humor, del amor, del suicidio y de todo acto profundamente subversivo, la poesía se desentiende de lo que no su libertad o su verdad”.

Regresó a argentina y poco después publica “Los trabajos y las noches” (1965) y tres años después “Extracción de la piedra de la locura” (1968). Comienza a escribir textos en prosa.

Pizarnik parece asumir totalmente su destino trágico, desarrollando en su poesía imágenes más oscuras e intensas. Se comenta que Alejandra parece escribir ya no sobre la muerte o el silencio sino desde el silencio y la muerte mismos. Comenzó a cambiar sus relaciones con la gente, ella hablaba del suicidio, obligaba a sus amigos a hablar del suicidio. Se dio cuenta entonces, que para tocar el fondo simplemente había que dejarse caer.

Publico finalmente “El infierno musical” (1971) y su versión de “La condesa sangrienta”, relato en prosa sobre la vida de Erzebeth Bathory, degolladora de doncellas. Y es que ya no había tiempo para más, había que encontrarse con la muerte, su destino final, a la que tanto había invocado.

Alejandra escribió este texto, fechado en Setiembre de 1972, y que algunos consideran como su despedida: “La noche soy yo y hemos perdido / así hablo yo, cobardes / la noche ha caido y ya se ha pensado en todo”, aunque ella, previamente, ya se había dirigido a nosotros, pobres espectadores : “Todas las plagas y todas las pestes para los que duermen en paz”.

El 25 de setiembre de 1972, Alejandra decidió eliminarse voluntariamente por una sobredosis de seconal.

Lucho Desobediencia

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