domingo, 17 de enero de 2010

EL PRIMERO DE MAYO Y LA DICTADURA DEL TRABAJO





El Primero de mayo y la dictadura del trabajo

Ayer fui a trabajar pensando en lo arduo que es mantener un trabajo y recordando aquello de que “el trabajo dignifica al hombre”. Con los ánimos saturados, me acomodé en el colectivo que me llevará al suplicio diario, siendo testimonio crudo de la propia desdicha humana convertida en horas laborales. La cotidianidad de ser un activo esclavo asalariado.

Para mantenernos a flote en esta terrible sociedad debemos esforzarnos en buscar un trabajo. Creo que la palabra exacta es empleo, éste con un salario que justifique el esfuerzo y cubra las necesidades básicas. Estando ya enredado en un empleo de ocho, diez o hasta doce horas (¡?), ¿y si los patrones o el jefe te quieren pisar los derechos laborales? La huelga es la solución a la vista, pero, ¿por qué no profundizar?

Exigir mejoras en clave reivindicativa no es incidir críticamente en el asunto laboral. Muchas veces se “trabaja” dentro de la estructura incluso levantando las banderas de estas exigencias. ¿Acaso la autogestión no es posible? Creemos que sí lo es y que de nosotrxs depende incursionar en este tipo de experiencias desacomodándonos de los feudos laborales de explotación, para generar alternativas y mecanismos económicos propios y sinceros. Todo parte de la interiorización de esta problemática, cuestionando a los mandamases y patrones y a la propia función de tuercas de algún macabro engranaje.

Hace casi más de 120 años, algunos trabajadores fueron ajusticiados en Chicago por organizar una concentración para reclamar la jornada laboral de ocho horas en mayo de 1886. Hablando claro, estos compañeros no sólo fueron asesinados por el Estado por exigir algunas horas de esclavitud asalariada sino también –y más que todo– por la finalidad anárquica, por lo que tiene de vital y enérgico el anarquismo. Recordemos algunas de estas ideas releyendo una octavilla que ya circulaba en Chicago a mediados de 1885: “Un día de rebelión, no de descanso. Un día no ordenado por los portavoces de las instituciones que tienen encadenados a los trabajadores. Un día en que el trabajador haga sus propias leyes y tenga el poder de ejecutarlas. Todo sin el consentimiento ni aprobación de los que oprimen y gobiernan. Un día en que con tremenda fuerza, el ejército unido de los trabajadores se movilice contra los que hoy dominan el destino de los pueblos de todas las naciones. Un día de protesta contra la opresión y la tiranía, contra la ignorancia y las guerras de todo tipo. Un día para comenzar a disfrutar de ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso y ocho horas para los que nos dé la gana”.

Entonces, que este Primero de mayo no sea motivo de fiestas ni de orgullos ingenuos, sí de luchas pero a un nivel más enérgico y radical, abocándonos al rechazo frontal del trabajo como sinónimo de esclavitud y dictadura. Buscar la libertad en el trabajo es como esperar un beso en la boca de un cañón o una fruta en la vaina de una espada. Mañana no iré a trabajar.

Lucho Desobediencia

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