domingo, 17 de enero de 2010

NUESTRO RECHAZO LIBERTARIO AL TLC






NUESTRO RECHAZO LIBERTARIO AL TLC


¿Por qué los anarquistas nos oponemos al tratado?

La globalización y el neoliberalismo son un hecho demoledor. Moneda de una sola cara. Pensamiento Único. La globalización es una etapa expansiva del capitalismo que comienza (como proceso) tras la Segunda Guerra Mundial con la creación de estructuras políticas especializadas (FMI, BM, OMC, etc.) y que se reafirma como política económica en los años ochentas con el triunfo de los gobiernos neoliberales en EE UU y Gran Bretaña (Reagan y Tatcher), la crisis de la deuda externa en el "Tercer Mundo" (1982) y la caída del Muro de Berlín (1989). El paradigma actual de la globalización es la transnacionalización de las empresas, es decir, que cuando ya está saturado el mercado de una nación no existirían ni límites ni fronteras para (hacer) operaciones mercantiles en otros países. Existen tres grandes bloques capitalistas: EE UU, Japón y la Unión Europea pero el gobierno de los EE UU se muestra como el principal impulsor y beneficiario de la globalización económica (Imperialismo). El capitalismo en su forma histórica se apoya en una ideología propia: el liberalismo. El liberalismo sostiene que los derechos de los individuos tendrían prioridad por encima de la soberanía del pueblo, ninguna decisión de la sociedad podría ir en contra de ellos. Y hablando concretamente de la globalización ésta se apoya en el neoliberalismo como ideología (única) o modo de pensar las relaciones económicas y la organización social excluyendo otras alternativas.

Se conoce como "Pensamiento Único" a la hegemonía de la globalización económica como pretensión universal de los intereses de un conjunto de fuerzas económicas, esto supone que lo económico estaría por encima de lo político, es decir, que un reducido grupo de trasnacionales podrían definir el rumbo de la "economía mundial" a través del Mercado, las privatizaciones, los Tratados y otros conceptos-clave como el Librecambio, la mundialización, la Moneda Fuerte y el Libre Comercio. Habría que desmontar este mito o cuento del "libre comercio" mediante el cual los portavoces del neoliberalismo pretenden justificar la coerción por parte del gobierno de los EE UU sobre pueblos y comunidades de latinoamérica, y es que se aduce, mediante un ardid que aquello (libre comercio) tiene que ver con la libertad (en realidad, falsa y virtual) y el progreso (enmarañado y manipulado concepto), que las fronteras entre los países ya no existen, económicamente hablando por supuesto; y que hay que entregarse -para estar a tono cono la "modernidad"- a todas las bendiciones neoliberales: acuerdos, convenios y tratados sin consulta alguna o disparidad de opinión.

Todo esto lleva consecuencias nefastas, por ejemplo, en Latinoamérica los efectos son altamente nocivos: Las privatizaciones y el "libre mercado" generan despidos gran escala, campesinos e indígenas son despojados de su territorios ancestrales por empresas transnacionales, alimentos y productos naturales que no sólo han servido de alimentación sino que han formado parte de la cultura y la espiritualidad de los pueblos son sometidos a regímenes de "libre mercado", nativos pertenecientes a otra cultura y con una cosmovisión del mundo diferente obligados a incorporar en sí mismos la totalidad de la cultura hegemónica, etc.

Ahora, y como parte de toda esa lógica, se viene el TLC o Tratado de Libre Comercio, ya negociado entre los gobiernos de EE UU y Perú y prácticamente consolidado. "Todo está bajo control", dicen los negociadores del Tratado frente a lo ya inevitable, la firma del mismo. Toledo se llena la boca con una argucia política: "Este es un logro más (de mi gobierno)... un TLC que tendrá enormes implicancias para la economía del Perú en los próximos 30 años", mientras los ministros de Estado y los empresarios se frotan las manos, posan para la foto y dan declaraciones. El Tratado pronto estará en marcha y aunque no se conocen aún las negociaciones concretas al respecto, ya se teme lo peor.

Tratado que no sólo abarca la problemática del comercio, tras el encubridor nombre de "Tratado de Libre Comercio", sino que tiene que ver con los servicios (salud, educación, telecomunicaciones, agua, jubilaciones, vivienda, seguridad, transportes, etc.), agricultura, alimentación, inversiones, pequeña y microempresa, derechos laborales, y medioambientales, medicamentos y derechos de propiedad intelectual sobre la vida (especímenes o material genético), programas sociales, etc. Por nuestra parte,
lo(a)s anarquistas estamos contra aquella política autoritaria que exige la mercantilización de todo, y es que este tratado pretende endurecer las leyes de los derechos de autor y patentar todo lo que se le venga en gana, llámese conocimientos, tecnologías, cultura, vida, donde incluso las plantas o los alimentos que han acompañado a pueblos enteros como parte de una genuina y particular cosmovisión y hasta los propios genes de los seres humanos son manipulados y etiquetados. Obvio, todos estos aspectos negociados a puerta cerrada, en secreto, en conversaciones que sólo conciernen - o así nos lo hacen ver- a los gobernantes de turno: Bush, Toledo y sus secuaces (quienes se ríen con su diplomática sonrisa) y a lo(a)s inversionistas o las multinacionales.

La ingenuidad es notable en la mayoría de la población -por engaño, desconocimiento o vana esperanza- en tener cierta expectativa en estas medidas y este tipo de tratados a nombre de la Economía -en grandes letras- y de la apertura al mercado mundial. La economía no deja de ser la ciencia de lo oculto, cifras que no dejan nada, sólo números y más de los mismo. El mismo periodismo habla de los costos de la negociación y de las concesiones frente a EE UU. Nosotro(a)s no esperamos ingenuamente nada de ello, sólo queremos el respeto y la dignidad de los verdaderos actores económicos que sudan sus sueldos y reciben migajas (con promesas macroeconómicas) a cambio. Como libertario(a)s asumimos este tipo de negociaciones de manera crítica: La (su) Economía mundial no nos interesa, detestamos el imperialismo, pero también detestamos todo lo que nos pretenden imponer la escoria de sus gobiernos: Estado, Patria, Nación y demás tonterías esclavizantes que van de la mano -ahora más que nunca- con el neoliberalismo y el "libre mercado". Nosotros sí tenemos fronteras más importantes que romper.

Lo(a)s economistas, tecnócratas, políticos y burócratas dicen que la globalización neoliberal es inevitable y necesaria, que ir contra ella es ir contra el "progreso tecnológico". Nosotro(a)s postulamos transformar radicalmente el mundo que nos imponen, en otro plagado de pueblos, comunidades e individuos capaces de construir su propio destino basado no en un "mesias" o en un "lider máximo", o en egoísmo neoliberal malsano, sino en la autoorganización y la autogestión de la producción, la circulación y el consumo. En la destrucción de las fronteras, pero para constituir un anarquismo - bien entendido- que combine la equidad con la libertad y en el que cada cual pueda relacionarse sin niguna coerción. Postulamos, pues, la globalización de la resistencia, organizaciones autónomas en la cuales los pueblos hagan y determinen sus propias revoluciones y en la que no habrá ni imperios ni neocolonias, sino que todos y todas serán libres y soberano(a)s. Por el momento, frente al TLC que amenaza a grandes sectores, principalmente agrícolas y ganaderos, proponemos la acción directa y la consolidación de mecanismos económicos autogestionarios y de revuelta al margen del Estado y las (sus) corporaciones. Ni Tratados ni países.

Lucho Desobediencia

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