“Mientras más conozco a la
gente, más quiero a mi perro” (Diógenes, el cínico).
Desde pequeños nos inculcan a creer que los
animales son objetos. Disponemos de ellos como si fuesen seres inferiores y
para colmo cosificados en los mataderos y en las carnicerías de los mercados.
Ese es su triste final, tanto como servir de simples y graciosas mascotas,
donde el cariño engañoso hacia ellos a veces es más que evidente demarcando un “especismo”
de connotaciones esclavistas, como cuando se acude al zoológico y su mirada
desesperada (entre barrotes) se confunde con la nuestra.
Últimamente, por cierto, en el ámbito local
hemos sido testigos de sendos maltratos, por decir lo menos: ejecuciones para
el canal de youtube por idiotas con modales militares, animales metidos a
lavadoras o lanzados por subnormales o abusos sádicos irremediables. El ser
humano muestra su peor faz, en la era del inmediatismo y la imagen. La
bestialidad enajenada se multiplica por redes sociales de Internet donde la
voracidad de un asesino sin medida, ya fieramente conocido, es publicada una y
otra vez. Los abusos humanos hacia los animales siempre han existido, solo que
ahora (en esta sociedad mediática de hiperculto a la imagen) estos tienen menos
privacidad y el sadismo se puede apreciar en su más deleznable expresión.
Esto hizo que miles de voluntarios pongan
el hombro para la recolección de firmas para que prospere un proyecto de Ley
que busca (a nivel legal) una protección de los animales frente a cualquier
tipo de abusos. El excongresista Isac Mekler fue el que tomó la iniciativa lo
que ha generado luego que prospere más la propuesta por parte de muchos
activistas de liberación o protección animal. Específicamente,la naturaleza
dela ley busca sancionar con pena de cárcel a cualquier persona que atente
contra la integridad de los animales.De facto, si alguien golpea o maltrata a
un animal podría ser sentenciado de frente con carcelería por no menos de 3 ni
más de 5 años.La Comisión de Ambiente y Ecologíadel congreso tuvo un plazo
corto para aprobar este proyecto de ley por ser una iniciativa ciudadana, de lo
contrario, un referéndum iba a definir el tema.Finalmente hubo una aprobación
por unanimidad, faltando la aprobación del Pleno del Congreso.
Pero vayamos un poco más atrás, hurgando un
poco en la historia. Hace más de cuarenta años que se usó por vez primera la
denominación “liberación animal” (en textos de Peter Singer y Tom Regan), laque
buscaba dotar de una ética a la problemática ligada a los derechos de los
animales, básicamente bajo el argumento de que los animales humanos, tanto como
los no humanos, sufren, y planteando con esto una lucha clara para mitigar la
discriminación (y abuso) hacia los otros, falsa y torpemente considerados
inferiores. De hecho ya la etología nos había dado muchas luces al respecto
acerca de la socialización y el comportamiento maravilloso y singular de los
animales, y de cómo existe todo un universo de individualidades que no se agota
en el espectro humano.
En los años setenta con pocos movimientos
de liberación animalrealmente radicales el asunto era generalmente derivado a
ser solo una cuestión de amantes de gatos y perros. Afortunadamente, incrementó
el número de publicaciones de este tipo, de iniciativas organizadas, y de
confrontar al tan mentado “especismo” con posturas más conscientes y radicales
que parten de la confrontación ética. Por esos años también empiezan a
aprobarse legislaciones que promueven una defensa de los derechos de los
animales como la Declaración Universal de los Derechos del Animal.
Nuevas consideraciones, incluso al nivel
del Derecho, se fueron dando en los últimos años, como los aportes de Eugenio
Zaffaroni, abogado argentino, quien deslinda el maltrato animal de la propiedad
(si el animal es “mío” no es maltrato),
los intereses morales subjetivos de la comunidad(supone la injerencia
del Estado como un erróneo pedagogo social) o de los delitos medioambientales
(donde el marco jurídico podría variar), situando el maltrato animal como un
delito con el mismo “derecho de los animales”, como un sujeto de derechos desde
un plano particular.
En muchos países han variado las
legislaciones al respecto sobre penas que tipifiquen el delito que se cometería
al maltratar a un animal, por medio de leyes especiales en las cuales se
señalaría a los animales negándole la categoría de “cosas” o reconociéndoles
cualidades de sensibilidad. Pero la ley peruana en proyecto señala la sanción
solo en casos de maltrato o crueldad innecesarios y se restringe al ámbito de
los animales llamados domésticos o de compañía. Es preciso acotar que en el
Perú actualmente estos actos de crueldad no se encuentran sancionados como
delitos sino únicamente como “faltas contra las buenas costumbres”. La única
sanción que recibe quien comete estos actos (hasta el momento) es la prestación
de servicios comunitarios por diez a treinta jornadas o una pequeña sanción
pecuniaria.
Pero, presumiendo que los avances en torno
a la defensa en contra del maltrato animal en un plano legislativo están
evidenciándose en algunos países de forma aumentativa, los cambios a nivel
ético o a consideraciones más hondas son los que están faltando. Existe desde
hace mucho tiempo una perspectiva antropocéntrica basada en la supuesta
superioridad a nivel moral del ser humano por sobre las otras especies, e
incluso la misma naturaleza. Frente a este hecho, las relaciones con nuestro
medio ambiente son problemáticas. Es evidente una perspectiva inquisitorial por
parte del humano. No existe un diálogo en armonía sino todo lo contrario: el
hombre busca someter a los animales (la naturaleza) y simplementeson vistos
como recursos o como objetos (cuando no como meras mascotas) y no como seres
vivientes, con individualidad y capacidad para sentir y sufrir.
Es preciso entonces desterrar el
pensamiento jerárquico e inquisitorial (Foucault) desplegado en la naturaleza y
en la sociedad y plantear posicionamientos que vayan más allá de firmas en
búsqueda de leyes. Plantearnos una ecología de la libertad, una ecología social
que mire con ojos políticos las relaciones entre los seres vivientes para
desterrar el carácter omnívoro destructor abusivo de los seres humanos.
Nuestros vecinos no humanos, en este gran patio llamado planeta Tierra, nos lo
agradecerán.
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