jueves, 25 de febrero de 2016

POR UN RESPETO ÉTICO MÁS ALLÁ DE DISTINCIONES O MARCOS LEGALES HACIA LOS ANIMALES

Mientras más conozco a la gente, más quiero a mi perro” (Diógenes, el cínico).

Desde pequeños nos inculcan a creer que los animales son objetos. Disponemos de ellos como si fuesen seres inferiores y para colmo cosificados en los mataderos y en las carnicerías de los mercados. Ese es su triste final, tanto como servir de simples y graciosas mascotas, donde el cariño engañoso hacia ellos a veces es más que evidente demarcando un “especismo” de connotaciones esclavistas, como cuando se acude al zoológico y su mirada desesperada (entre barrotes) se confunde con la nuestra.

Últimamente, por cierto, en el ámbito local hemos sido testigos de sendos maltratos, por decir lo menos: ejecuciones para el canal de youtube por idiotas con modales militares, animales metidos a lavadoras o lanzados por subnormales o abusos sádicos irremediables. El ser humano muestra su peor faz, en la era del inmediatismo y la imagen. La bestialidad enajenada se multiplica por redes sociales de Internet donde la voracidad de un asesino sin medida, ya fieramente conocido, es publicada una y otra vez. Los abusos humanos hacia los animales siempre han existido, solo que ahora (en esta sociedad mediática de hiperculto a la imagen) estos tienen menos privacidad y el sadismo se puede apreciar en su más deleznable expresión.

Esto hizo que miles de voluntarios pongan el hombro para la recolección de firmas para que prospere un proyecto de Ley que busca (a nivel legal) una protección de los animales frente a cualquier tipo de abusos. El excongresista Isac Mekler fue el que tomó la iniciativa lo que ha generado luego que prospere más la propuesta por parte de muchos activistas de liberación o protección animal. Específicamente,la naturaleza dela ley busca sancionar con pena de cárcel a cualquier persona que atente contra la integridad de los animales.De facto, si alguien golpea o maltrata a un animal podría ser sentenciado de frente con carcelería por no menos de 3 ni más de 5 años.La Comisión de Ambiente y Ecologíadel congreso tuvo un plazo corto para aprobar este proyecto de ley por ser una iniciativa ciudadana, de lo contrario, un referéndum iba a definir el tema.Finalmente hubo una aprobación por unanimidad, faltando la aprobación del Pleno del Congreso.

Pero vayamos un poco más atrás, hurgando un poco en la historia. Hace más de cuarenta años que se usó por vez primera la denominación “liberación animal” (en textos de Peter Singer y Tom Regan), laque buscaba dotar de una ética a la problemática ligada a los derechos de los animales, básicamente bajo el argumento de que los animales humanos, tanto como los no humanos, sufren, y planteando con esto una lucha clara para mitigar la discriminación (y abuso) hacia los otros, falsa y torpemente considerados inferiores. De hecho ya la etología nos había dado muchas luces al respecto acerca de la socialización y el comportamiento maravilloso y singular de los animales, y de cómo existe todo un universo de individualidades que no se agota en el espectro humano.

En los años setenta con pocos movimientos de liberación animalrealmente radicales el asunto era generalmente derivado a ser solo una cuestión de amantes de gatos y perros. Afortunadamente, incrementó el número de publicaciones de este tipo, de iniciativas organizadas, y de confrontar al tan mentado “especismo” con posturas más conscientes y radicales que parten de la confrontación ética. Por esos años también empiezan a aprobarse legislaciones que promueven una defensa de los derechos de los animales como la Declaración Universal de los Derechos del Animal.

Nuevas consideraciones, incluso al nivel del Derecho, se fueron dando en los últimos años, como los aportes de Eugenio Zaffaroni, abogado argentino, quien deslinda el maltrato animal de la propiedad (si el animal es “mío” no es maltrato),  los intereses morales subjetivos de la comunidad(supone la injerencia del Estado como un erróneo pedagogo social) o de los delitos medioambientales (donde el marco jurídico podría variar), situando el maltrato animal como un delito con el mismo “derecho de los animales”, como un sujeto de derechos desde un plano particular.

En muchos países han variado las legislaciones al respecto sobre penas que tipifiquen el delito que se cometería al maltratar a un animal, por medio de leyes especiales en las cuales se señalaría a los animales negándole la categoría de “cosas” o reconociéndoles cualidades de sensibilidad. Pero la ley peruana en proyecto señala la sanción solo en casos de maltrato o crueldad innecesarios y se restringe al ámbito de los animales llamados domésticos o de compañía. Es preciso acotar que en el Perú actualmente estos actos de crueldad no se encuentran sancionados como delitos sino únicamente como “faltas contra las buenas costumbres”. La única sanción que recibe quien comete estos actos (hasta el momento) es la prestación de servicios comunitarios por diez a treinta jornadas o una pequeña sanción pecuniaria.

Pero, presumiendo que los avances en torno a la defensa en contra del maltrato animal en un plano legislativo están evidenciándose en algunos países de forma aumentativa, los cambios a nivel ético o a consideraciones más hondas son los que están faltando. Existe desde hace mucho tiempo una perspectiva antropocéntrica basada en la supuesta superioridad a nivel moral del ser humano por sobre las otras especies, e incluso la misma naturaleza. Frente a este hecho, las relaciones con nuestro medio ambiente son problemáticas. Es evidente una perspectiva inquisitorial por parte del humano. No existe un diálogo en armonía sino todo lo contrario: el hombre busca someter a los animales (la naturaleza) y simplementeson vistos como recursos o como objetos (cuando no como meras mascotas) y no como seres vivientes, con individualidad y capacidad para sentir y sufrir.

Es preciso entonces desterrar el pensamiento jerárquico e inquisitorial (Foucault) desplegado en la naturaleza y en la sociedad y plantear posicionamientos que vayan más allá de firmas en búsqueda de leyes. Plantearnos una ecología de la libertad, una ecología social que mire con ojos políticos las relaciones entre los seres vivientes para desterrar el carácter omnívoro destructor abusivo de los seres humanos. Nuestros vecinos no humanos, en este gran patio llamado planeta Tierra, nos lo agradecerán.




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