domingo, 17 de enero de 2010

AMEMOS LA DIFERENCIA



Amemos la diferencia
Un compañero habla de antisexismo...


El genero viene a ser una construcción social elaborada sobre distinciones biológicas entre los sexos, a partir de las cuales se enmarcan características culturales diferentes para hombres y mujeres. En base a eso se puede considerar a lo "masculino" y lo "femenino" como meras convenciones sociales que tienen que ver con factores tanto sociales como psicológicos, impuestos en la mayoría de veces. Así, al referirnos a lo "femenino", por ejemplo, esto va cargado de elementos como delicadeza, elegancia, belleza, habilidad para las actitudes domésticas, etc. En tanto, lo "masculino" presenta otras características como rudeza, valentía, don de mando, etc. Aquí, para corroborar y engarzar todas estas actitudes en mujeres y hombres, entran a tallar: la familia, la sociedad (parametrada patriarcalmente), los medios de comunicación, la publicidad y el consumo. Los que evaden estas características, manifestándose diferentes son consideradxs "menos mujeres o "menos hombres".

Existen, a mi parecer, diferencias de grado en cuanto actitudes, formas de ver el mundo, y todo ese universo mental que la misma psicología suele encasillar bajo ropajes demasiado académicos y exclusivistas. Aquí, las generalizaciones tienen que quedar de lado; pero es interesante tomar como medida lo referente al tema de la sexualidad y la maternidad; que parte justamente de lo biológico -natural e incuestionable- y que recalará en actitudes psicológicas y sociales mucho más sinceras. Las mismas que son influenciadas -no necesariamente determinadas- por factores culturales que tienen que ver con la historia de los pueblos y comunidades. Esto genera distintas maneras de concebir el mundo, distintas predisposiciones y distintas -y múltiples- posibilidades. Esta diferencia tenemos que defenderla y saber apreciarla en toda su magnitud. Esto por parte de mujeres y de hombres, indistintamente.

Pero la prevalencia de algún género sobre otro y la segregación, es decir, establecer tanto una diferencia como una jerarquía entre mujeres y hombres, es inadmisible. Es preciso distinguir la discriminación de la segregación. A pesar de toda la carga negativa que lleva la palabra discriminación, no es tan condenable como pudiera verse a simple vista porque sólamente establece parámetros de diferencia. Discriminar es escoger entre posibilidades, segregar es lo nocivo porque no sólo escoges sino que graduas y estableces inferioridades y superioridades. Por lo demás, no se trata sólo de una corrección o un mero ejercicio linguístico, establecer o valorar una diferencia -ya tangible y demostrable entre individuos, por ejemplo- nos permite poner en ejercicio la tolerancia y el aprecio a la diversidad. Estos conceptos guardan relación directa con aquella búsqueda de la libertad de las y los anarquistas. Para nosotrxs, la riqueza de estos nobles principios reside en la salvaguarda de las relaciones antiautoritarias y allí notamos que el machismo y el sexismo se filtran incluso dentro de organizaciones libertarias y en las mismas relaciones.

Pero, referirnos a lo anteriormente dicho, solamente como "cuestiones o problemáticas de género", es tan abstruso y tan difuso como académico y eufemísmico; y, es tan lejano y simplista como -a mi parecer- pretender reducir todo a cuestiones y problemáticas de clases o de "lucha de clases". Toda reducción, simplificación y universalización está alejada -en estos momentos- de lo concreto, de toda realidad y de toda posibilidad efectiva de organización y revuelta. Es por ello que aquel feminismo institucional es parte de lo que se conoce como Cultura Patriarcal, pues no aborda precisiones estrictas de la mujer -propiamente como mujer e individuo- sino que agota el principio de la igualdad en falsas reivindicaciones basadas en condiciones laborales (solamente en beneficio de la sociedad altamente competitiva) y en la búsqueda de un status (económico o de poder político); además de defenderse una femineidad (lo femenino) sublimada y endulcorada. Posiciones así le hacen juego a la otra cara de la moneda: el machismo. Un machismo cargado de elementos que tienen que ver con "lo masculino" (a veces lene e inconsciente, otras exagerado y brutal) y que, ciertamente, también asumen y protagonizan tanto mujeres como hombres.

Retomando lo anteriormente dicho, me parece que merece especial atención la distinción entre mujeres y hombres con respecto a su sexualidad. Carla Lonzi, una compañera italiana del colectivo italiano "Revuelta femenina", hace distinciones muy valiosas y atinadas en relación a la mujer y los interesados planteamientos de izquierda con respecto a la impostación de la mujer y lo que se pretendía de su participación en la política y la revolución en obras como La mujer clitórica y la mujer vaginal y Escupamos sobre Hegel. Para empezar, aborda el tema, justamente, a partir de la sexualidad. En el plano sexual, la posibilidad de conseguir orgasmos para una mujer es múltiple y mucho más rica que, por ejemplo, un hombre. Esta riqueza de probabilidades de placer, esta confortable diversidad orgánica difiere de lo monotemático y unidireccional del orgasmo masculino a través del pene. A partir de ahí, la mujer vaginal se muestra como una mujer sometida a los designios de placer del hombre, requiere del pene para su placer personal, ignorando o soslayando que es infinítamente mucho más placentero el orgasmo clitórico. La mujer clitórica se presenta, entonces, como una mujer en búsqueda de una emancipación, de una libertad, de un reconocimiento íntimo como mujer e individuo. Por ello, me parece que la búsqueda de autonomía y libertad de la mujer reposa, principalmente, en el autoreconocimiento de estos aspectos tan íntimos de ella y de los seres humanos y de allí se proyectan hacia afuera, hacia una participación efectiva y concreta en espacios libertarios. Justamente, las principales reivindicaciones de organizaciones libertarias de mujeres (sobre todo en España) fueron tomando como eje a los liberatorios de la prostitución, a la problemática del aborto y a muchos aspectos que hacen referencia a la diferencia sexual y a problemas específicos, íntimos y particulares de las mujeres.

De allí que, abordando críticamente este asunto y desde una perspectiva libertaria, muchas compañeras en los inicios de su participación en colectivos y organizaciones libertarias en Perú (como en otras partes del mundo) fueron tratadas con desdén y las relegaron a tareas menores. Precisamente por abordar sus problemáticas, desde una perspectiva particular y distinta, y no sentirse identificadas plenamente con las estructuras sindicales, muchas veces de por sí excluyentes. Muchas anarquistas supieron afrontar estos reveses de la propia organización, trabajando en organizaciones interclasistas -buscando a las esposas de los patrones- para seguir trabajando, buscando apoyo económico para las mismas organizaciones que antes las menospreciaron; siendo muy pocas las que se doblegaron, finalmente, asumiendo la masculinidad como identidad de un movimiento quizá no preparado y demasiado identificado con la vertiente más "dura" del anarquismo (es decir, la proudhoniana, la que prácticamente ridiculiza la participación de mujeres en espacios libertarios o la específicamente marxista inoculada en estos mismos ambientes).

Con la caída y la dispersión del movimiento anarcosindicalista, las y los militantes recayeron en organizaciones de izquierda, en el APRA y en organizaciones feministas autónomas. Lo endeble y esporádico de las nuevas organizaciones y colectivos libertarios en años posteriores, junto a la feroz persecución y represión de varios gobiernos, auyentaron a compañeros y particularmente a compañeras, quienes debían afrontar no sólo la culpabilidad de ser anarquistas sino también de ser mujeres. La Sociedad Patriarcal y la mediación del discurso de la publicidad y la comunicación afianzaron ya mecanismos de sumisión inconscientes dentro de muchas mujeres, siendo muy perjudicadas nuestras compañeras, quienes, muchas veces, tenían que luchar frente a poderes económicos y a los de casa. Aquellas valientes mujeres libertarias que hacía mucho tiempo denunciaron la violencia hacia las mujeres, existente entre las mismas parejas obreras, y que escribían sobre moral, sexualidad, libertad, igualdad de deberes y derechos, acentuando siempre, tanto su condición específica de mujer como su condición de individuos -a diferencia de los varones libertarios que insistían siempre en relievar sólo su calidad de madres, esposas e hijas- habían ya desaparecido.

Ahora, mucho tiempo ha corrido sobre los calendarios, nuevos compañeros y compañeras; y noto, aún, una soberbia patriarcal general infiltrada en mucha gente (mujeres y hombres) involucrada con la anarquía y ya definidas o definidos como tal. ¿Cómo se expresa esto? En el lenguaje, en las relaciones, en las actitudes, en la cotidianidad, y largos etcéteras. Lo que se nota es que esto no sólo se circunscribe al territorio llamado Perú, sino que trasciende más allá, y ya hay experiencias en ese sentido. Alguna vez, un compañero de un colectivo frente a la interrogación acerca de la poca o nula participación de mujeres en su colectivo y en otros, nos dijo, muy alegremente: "Con minitas no se puede trabajar, pasa que después se enamoran y abandonan..."; también, alguna vez he escuchado: "Las mujeres no saben trabajar en equipo", o que “sólo sirven para logística”, recordándonos que el ánimo de segregación en ambientes supuestamente libertarios muchas veces no cambia. Los errores no se superan y caemos en excusas tontas y en ridículos reclamos. Ni hablar de esos que rondan ambientes libertarios, buscando sólo pareja de ocasión; o de aquellos que se agrupan y hacen sus reuniones “libertarias” con sus mujeres o compañeras, con el importante y sumiso papel de servidoras de comida...

Lo importante y relevante, ahora, es asumir autocríticamente el asunto, como libertarios, como compañeros y como hombres, es decir, cómo entablamos nuestras relaciones, cómo somos y cómo nos mostramos, cómo nos aperturamos frente a las compañeras que ya trabajan con nosotros o que próximamente lo harán. Suena pertinente subrayar una lucha antisexista tan válida como las múltiples luchas existentes, tomando en cuenta que toca valorar a nuestras compañeras tanto como a nuestros compañeros, pero tolerando y dando cabida a la diferencia entre individuos y matices de diferencia. Añorar y apreciar, entonces, lo distinto frente a lo uni-forme y lo autoritario, relacionarnos de manera diferente sin oposiciones exclusivistas de clase, de género u otras, es aprender de los errores.

Lucho Desobediencia

ACERCA DE LA VIGENCIA DE THOREAU Y LA DESOBEDIENCIA CIVIL



Acerca de la vigencia de Thoreau y la desobediencia civil


“Mis pensamientos asesinan al Estado”
Henry David Thoreau



Henry David Thoreau murió a las nueve de la mañana del día 6 de mayo de 1862. Hace aproximadamente 140 años, y fue el 22 de julio de 1846 que, mientras cruzaba el pueblo en busca de unas botas remendadas, fue detenido y encarcelado por no pagar un impuesto imbécil. Objetó el poder omnívoro del Estado frente a su condición, no consultada, de ciudadano. Efectivamente fue la posición de un hombre libre cuestionando la autoridad establecida y los mecanismos represivos de esa civilización. Thoreau, perspicaz e incisivo, demostró que la captación de esos fondos compulsivos eran derivados a la guerra de Estados Unidos contra México. Entonces, al salir de la cárcel, dictó una célebre conferencia que se divulgó como el Ensayo sobre la desobediencia civil o solamente Sobre la desobediencia civil, texto de exaltada defensa de la libertad individual frente a las injerencias del Estado. Existe incuestionablemente una progresión perfectamente definida en las tres principales declaraciones de Thoreau con respecto al asunto antiesclavista, desde Desobediencia Civil hasta la Apología del Capitán John Brown, pasando por la Esclavitud en Massachusetts. Se trata de una progresión de resistencia al Estado como Institución. En primer lugar, tenemos la resistencia civil o “moderada” rehusando pagar impuestos. En segundo lugar, en la Esclavitud en Massachusetts nos encontramos con la arenga o la exhortación a violar una ley específica y concreta. La tercera instancia de este proceso aconseja la rebeldía abierta no ante una ley específica, sino contra el Estado como tal.

La vigencia de la ideología política de Thoreau queda perfectamente al descubierto en todas sus obras, en general, y en Desobediencia Civil, en particular. Asimismo, su actitud de libertario solidario resulta de una extraordinaria actualidad. Antiimperialista, en el apogeo del imperialismo norteamericano de la primera mitad del siglo XIX; defensor del derecho a pensar por uno mismo, como defensa irreductible ante la avalancha de oportunismo político y compromisos ideológicos; ecologista convencido, en contacto con la naturaleza, cien años antes de los «verdes»; defensor acérrimo de las minorías indias, en proceso de exterminio; antiesclavista convicto y confeso, en plena efervescencia racial que había de culminar muy poco antes de su muerte en el estallido de la guerra civil; defensor del derecho a la pereza, o reivindicador de aspectos creativos del ocio con dignidad, mucho antes de la formulación de Paul Lafargue. Y todo esto hasta límites de un radicalismo que lejos de disminuir con los años, se fue agudizando conforme éstos pasaban: durante dos años, Thoreau se retiró a una cabaña que el mismo construyó en medio del bosque, allí escribió Walden. Por actitudes, como esta, de hombre libre, Thoreau excede largamente todo movimiento ideológico y todas las limitaciones partidarias.

Henry David Thoreau insistía en el factor moral, ante la constatación de la injusticia, la desobediencia surge como un deber de la conciencia. Insistía en la Desobediencia Civil como un deber moral: “El actuar de acuerdo con un principio moral, confirmándose en lo que es justo y poniéndolo en práctica, altera la relación de las cosas y es esencialmente revolucionario en cuanto corta toda relación con el estado de cosas anterior”. Desobediencia al Estado como Sistema, es decir aquella gran maquinaria ciega que convierte a los hombres en simples piezas del engranaje, en súbditos. Dice, toda maquinaria “tiene su fricción pero cuando es la fricción la que llega a tener su maquinaria y la opresión y la injusticia se organizan, no debe mantenerse por más tiempo una maquinaria de esta naturaleza”. Este es el principio moral que inspira la desobediencia civil. Ahora, de lo que se trata es de parar la maquinaria o Máquina del capitalismo recurriendo a lo que podríamos denominar una “microfísica de la desobediencia”, y es que para servir a los objetivos de la Máquina, la gente debe tener unos comportamientos uniformes que permitan que los distintos individuos sean intercambiables. No se necesita gente ni personas, se necesita “personal”. Se necesita masas que trabajen y consuman y que lo hagan, por supuesto, sin cuestionárselo. Por esto es necesario extirpar aquella semilla de pensamiento subversivo, problemático. Se necesita que la gente no piense, que sean meros engranajes, intercambiables, que sigan los dictados de los medios de comunicación: trabajar, consumir, alienarse y volver a trabajar. Estas técnicas de dominación conforman lo que Foucault llama “microfísica del poder”. Se trataría de los mecanismos subrepticios que trabajan en lo cotidiano para que, incluso, se tenga que pedir permiso hasta para pegar un afiche o promover una manifestación. O lo que provoca que las relaciones frente al estado se reproduzcan en la familia sempiternamente autoritaria.

En ese accionar cotidiano, existen distintas formas de boicotear esa gran Máquina como mecanismo represivo. Desde introducir palillos entre sus engranajes o echar arena en el depósito de combustible hasta objetar el menor indicio de autoritarismo o practicar el absentismo laboral. Para funcionar sin problemas, el Sistema necesita la certeza de un orden que reduzca lo imprevisible. Se consuma, así, la certeza de la sumisión de las conciencias de los individuos. A través de la desobediencia podemos complicar su lógica de Pensamiento Unico. Es factible, a mi parecer, responder a la microfísica del poder con una microfísica de la desobediencia ejercida a escala individual. Desobedeciendo, a lo Thoreau, desde nuestra “modesta posición” de individuos y con ese resabio Kropotkiniano de moral, y no de aquella Moral o moralina, proponemos objeción y resistencia frente a todo tipo de cadena. Sólo asumiendo una posición crítica podremos conocer aquel jardín ácrata que inspiró a Thoreau a resistir y luchar, y no condenar a la soledad (“Busco una buhardilla”, sería la primera anotación que registra en su diario), solo objetando la autoridad y transgrediendo seremos libres.
Lucho Desobediencia

NUESTRO RECHAZO LIBERTARIO AL TLC






NUESTRO RECHAZO LIBERTARIO AL TLC


¿Por qué los anarquistas nos oponemos al tratado?

La globalización y el neoliberalismo son un hecho demoledor. Moneda de una sola cara. Pensamiento Único. La globalización es una etapa expansiva del capitalismo que comienza (como proceso) tras la Segunda Guerra Mundial con la creación de estructuras políticas especializadas (FMI, BM, OMC, etc.) y que se reafirma como política económica en los años ochentas con el triunfo de los gobiernos neoliberales en EE UU y Gran Bretaña (Reagan y Tatcher), la crisis de la deuda externa en el "Tercer Mundo" (1982) y la caída del Muro de Berlín (1989). El paradigma actual de la globalización es la transnacionalización de las empresas, es decir, que cuando ya está saturado el mercado de una nación no existirían ni límites ni fronteras para (hacer) operaciones mercantiles en otros países. Existen tres grandes bloques capitalistas: EE UU, Japón y la Unión Europea pero el gobierno de los EE UU se muestra como el principal impulsor y beneficiario de la globalización económica (Imperialismo). El capitalismo en su forma histórica se apoya en una ideología propia: el liberalismo. El liberalismo sostiene que los derechos de los individuos tendrían prioridad por encima de la soberanía del pueblo, ninguna decisión de la sociedad podría ir en contra de ellos. Y hablando concretamente de la globalización ésta se apoya en el neoliberalismo como ideología (única) o modo de pensar las relaciones económicas y la organización social excluyendo otras alternativas.

Se conoce como "Pensamiento Único" a la hegemonía de la globalización económica como pretensión universal de los intereses de un conjunto de fuerzas económicas, esto supone que lo económico estaría por encima de lo político, es decir, que un reducido grupo de trasnacionales podrían definir el rumbo de la "economía mundial" a través del Mercado, las privatizaciones, los Tratados y otros conceptos-clave como el Librecambio, la mundialización, la Moneda Fuerte y el Libre Comercio. Habría que desmontar este mito o cuento del "libre comercio" mediante el cual los portavoces del neoliberalismo pretenden justificar la coerción por parte del gobierno de los EE UU sobre pueblos y comunidades de latinoamérica, y es que se aduce, mediante un ardid que aquello (libre comercio) tiene que ver con la libertad (en realidad, falsa y virtual) y el progreso (enmarañado y manipulado concepto), que las fronteras entre los países ya no existen, económicamente hablando por supuesto; y que hay que entregarse -para estar a tono cono la "modernidad"- a todas las bendiciones neoliberales: acuerdos, convenios y tratados sin consulta alguna o disparidad de opinión.

Todo esto lleva consecuencias nefastas, por ejemplo, en Latinoamérica los efectos son altamente nocivos: Las privatizaciones y el "libre mercado" generan despidos gran escala, campesinos e indígenas son despojados de su territorios ancestrales por empresas transnacionales, alimentos y productos naturales que no sólo han servido de alimentación sino que han formado parte de la cultura y la espiritualidad de los pueblos son sometidos a regímenes de "libre mercado", nativos pertenecientes a otra cultura y con una cosmovisión del mundo diferente obligados a incorporar en sí mismos la totalidad de la cultura hegemónica, etc.

Ahora, y como parte de toda esa lógica, se viene el TLC o Tratado de Libre Comercio, ya negociado entre los gobiernos de EE UU y Perú y prácticamente consolidado. "Todo está bajo control", dicen los negociadores del Tratado frente a lo ya inevitable, la firma del mismo. Toledo se llena la boca con una argucia política: "Este es un logro más (de mi gobierno)... un TLC que tendrá enormes implicancias para la economía del Perú en los próximos 30 años", mientras los ministros de Estado y los empresarios se frotan las manos, posan para la foto y dan declaraciones. El Tratado pronto estará en marcha y aunque no se conocen aún las negociaciones concretas al respecto, ya se teme lo peor.

Tratado que no sólo abarca la problemática del comercio, tras el encubridor nombre de "Tratado de Libre Comercio", sino que tiene que ver con los servicios (salud, educación, telecomunicaciones, agua, jubilaciones, vivienda, seguridad, transportes, etc.), agricultura, alimentación, inversiones, pequeña y microempresa, derechos laborales, y medioambientales, medicamentos y derechos de propiedad intelectual sobre la vida (especímenes o material genético), programas sociales, etc. Por nuestra parte,
lo(a)s anarquistas estamos contra aquella política autoritaria que exige la mercantilización de todo, y es que este tratado pretende endurecer las leyes de los derechos de autor y patentar todo lo que se le venga en gana, llámese conocimientos, tecnologías, cultura, vida, donde incluso las plantas o los alimentos que han acompañado a pueblos enteros como parte de una genuina y particular cosmovisión y hasta los propios genes de los seres humanos son manipulados y etiquetados. Obvio, todos estos aspectos negociados a puerta cerrada, en secreto, en conversaciones que sólo conciernen - o así nos lo hacen ver- a los gobernantes de turno: Bush, Toledo y sus secuaces (quienes se ríen con su diplomática sonrisa) y a lo(a)s inversionistas o las multinacionales.

La ingenuidad es notable en la mayoría de la población -por engaño, desconocimiento o vana esperanza- en tener cierta expectativa en estas medidas y este tipo de tratados a nombre de la Economía -en grandes letras- y de la apertura al mercado mundial. La economía no deja de ser la ciencia de lo oculto, cifras que no dejan nada, sólo números y más de los mismo. El mismo periodismo habla de los costos de la negociación y de las concesiones frente a EE UU. Nosotro(a)s no esperamos ingenuamente nada de ello, sólo queremos el respeto y la dignidad de los verdaderos actores económicos que sudan sus sueldos y reciben migajas (con promesas macroeconómicas) a cambio. Como libertario(a)s asumimos este tipo de negociaciones de manera crítica: La (su) Economía mundial no nos interesa, detestamos el imperialismo, pero también detestamos todo lo que nos pretenden imponer la escoria de sus gobiernos: Estado, Patria, Nación y demás tonterías esclavizantes que van de la mano -ahora más que nunca- con el neoliberalismo y el "libre mercado". Nosotros sí tenemos fronteras más importantes que romper.

Lo(a)s economistas, tecnócratas, políticos y burócratas dicen que la globalización neoliberal es inevitable y necesaria, que ir contra ella es ir contra el "progreso tecnológico". Nosotro(a)s postulamos transformar radicalmente el mundo que nos imponen, en otro plagado de pueblos, comunidades e individuos capaces de construir su propio destino basado no en un "mesias" o en un "lider máximo", o en egoísmo neoliberal malsano, sino en la autoorganización y la autogestión de la producción, la circulación y el consumo. En la destrucción de las fronteras, pero para constituir un anarquismo - bien entendido- que combine la equidad con la libertad y en el que cada cual pueda relacionarse sin niguna coerción. Postulamos, pues, la globalización de la resistencia, organizaciones autónomas en la cuales los pueblos hagan y determinen sus propias revoluciones y en la que no habrá ni imperios ni neocolonias, sino que todos y todas serán libres y soberano(a)s. Por el momento, frente al TLC que amenaza a grandes sectores, principalmente agrícolas y ganaderos, proponemos la acción directa y la consolidación de mecanismos económicos autogestionarios y de revuelta al margen del Estado y las (sus) corporaciones. Ni Tratados ni países.

Lucho Desobediencia

PRADA LIBERTARIO (1)



Prada libertario (1)

“La anarquía es el punto lejano y luminoso hacia donde nos dirigimos...”
Manuel González Prada


Hace unos meses, exactamente en julio, recordábamos algunos el tiempo transcurrido a partir de la muerte de Manuel González Prada; a eso suelen llamarle aniversario, el 85 aniversario de su muerte. Si existiera la inmortalidad y todos los fuéramos, Manuel González Prada seguiría transitando esa evolución teórica en forma autocrítica, tan conocida en él. Quizá comprendería a cabalidad el por qué de nuestra negativa a llamarlo Don Manuel, pues sonaría muy lejano y propio de quienes sólo quieren almidonarlo en una biblioteca o en un panteón. Quizá preferiría que lo llamemos solamente Prada, el compañero Prada, como sabemos quienes lo conocemos. A lo mejor seguiría sorprendiéndonos con su prosa en algún periódico de esos, de corto tiraje pero de gran coraje; algún periódico anarquista o en algún panfleto que probablemente terminaría como aquellas hojas perdidas, de gran valor pero perdidas, que el tiempo deshace en mil fragmentos como las múltiples identidades a las que recurría Prada.

Acudir al personaje Prada para muchos “intelectuales” del stablishment no es sino una empresa que los deja finalmente mal parados. Pretenden arropar su ideario, su identidad; el propio Prada se adelantaría a estos, manifestando: “¿Identidad del individuo? Quimera: no somos un hombre idéntico, sino muchos hombres sucesivos. En lo profundo de nuestro ser, todos hemos visto nacer y morir muchas personalidades, todos representamos una larga cadena de individuos diversos y aún contradictorios. Una personalidad nace hoy donde otras murieron ayer: cada uno de nosotros quedaría figurado exactamente por una cuna circundada de sepulcros”. Demás estaría argumentar sobre lo ridículo de un análisis psicológico de Prada. Debates insulsos que no hacen más que discutir sobre si es “resentido, desadaptado o rebelde”. Tampoco sirve, mucho menos, la consideración de rotularlo como “burgués” o “pequeño burgués”, arma desfasada que aún sirve para desacreditar su discurso. Para estudiar a Prada –si es que cabe el término- es necesario conocerlo bien, conocer el anarquismo y el suyo en particular. Ya no es sólo necesario conocer, a medias, una serie de rumores sobre su persona, sobre sus actividades o su familia; tampoco citarlo en demasía e irreflexivamente, como lo hicieron algunos.

Rodolfo González Pacheco, responsable de uno de los periódicos anarquistas más importantes de la Argentina de comienzos de siglo XX: La Antorcha, en “Meta y metal!”, uno de sus Carteles, refiere acerca de Rafael Barret lo siguiente: “No acaba de comprenderse al anarquista. Y esto se debe –parece una paradoja- a su propia sencillez, su rectitud, su coherencia”. Palabras que también, y no sería de otra forma, podrían aplicarse fácilmente al Prada anarquista. Además, tanto en Barret como en Prada se puede observar en su ideología anarquista una evolución que muchos no comprenden: desde un individualismo radical en el que confluyen tanto rasgos vitalistas e irracionalistas de cuño nietzscheano como elementos de un liberalismo , hasta llegar a un anarquismo solidario plenamente asumido.

El mismo González Pacheco, en otro de sus Carteles, remarca, además, la importancia de un libro como Anarquía, “...tan eficaz y caliente como si lo hubiera escrito hoy, madurado al fuego de las contiendas actuales, no sólo contra el Estado, sino contra las flamantes dictaduras de la derecha y la izquierda. No hay una página muerta; todas siguen peleando”. Leyendo a Prada advertimos una tensión , una lucha interior a manera de desgarramiento. Es esto evidente a lo largo de toda su obra ensayística. Habría que valorar con exactitud, justamente, una de las etapas mas controversiales del anarquista, la posterior a la guerra con Chile, pero atendiendo aquella tensión. Así que quienes pretendan ubicar a Prada en el marco de la “Historia” y de la nación peruana no cesan de resbalar. Decía Prada, en Pajinas libres: “Nada tan hermoso como derribar fronteras y destruir el sentimiento egoísta de las nacionalidades para hacer de la Tierra un solo pueblo y de la humanidad una sola familia...”. Angel Cappelletti nos alumbra al respecto, pues nos recuerda, por ejemplo, que se trataría de un nacionalismo “exógeno”, ese que algunos “toman” y manipulan de los principios de su obra. Todo esto ya en el transcurso de su evolución socio-política. Esto es lo que no terminan de comprender los “estudiosos” de Prada. Es que si sólo se mencionan como influencias por el lado del evolucionismo a Darwin, y no a Kropotkin o Eliseo Reclus; por el lado del positivismo a Comte, y no a Spencer; o por el lado de la voluntad a Engels (¡?), y no al propio Errico Malatesta, no se consigue ,al menos, acercarse al anarquista.

Cuenta la historia, y no la Historia (oficial), que en el año 1925 apareció en el medio un volante invitando a los obreros a un acto en homenaje a Manuel González Prada en el local de la federación de motoristas y conductores, pero fue en realidad un homenaje a Lenin. El discurso de orden corría a cargo de José Carlos Mariátegui; quien, con ladina sapiencia marxista, dijo que Lenin había sido uno de los mártires del Zar de Rusia y que estuvo preso en Siberia por dos años; cuando, de pronto, un anarquista le increpó manifestando que habían sido fríamente engañados. No se trataba de un homenaje a Prada, y dudo que los haya sinceros, sino de todo lo contrario: de enterrar su pensamiento. Mariátegui, en ese entonces, perdió los estribos y se armó un alboroto, para lo cual funcionó el temple autoritario de Mariátegui. Al margen de la táctica perversa del marxismo, lo que trato de demostrar con esta anécdota es sólo una actitud, la de Mariátegui. Aquel que le llamara “maestro” o “primer instante lúcido en la conciencia del Perú” se convirtió después en “leve” crítico de Prada y en un sucedáneo aprovechador del nombre de éste. Así, Mariátegui acusa ligerezas como éstas: “Leyendo sus discursos y sus artículos se nota que González Prada carecía de estudios específicos de Economía Política” o “Pero no pudo trazar a su falange un plan de acción. Su espíritu individualista, anárquico, solitario, no sería adecuado para la dirección de una vasta obra colectiva”. Mariátegui restaba mérito a Prada por su prosa. Argumentaba que sólo tenía vena literaria, cuando lo más probable era que éste envidiara su estilo. Obviamente Mariátegui desconocía el ideario libertario de Prada, pues repetidas veces, muerto Prada, señalaba al anarquista como sólo un teórico, más verbo que acción. Desconocía meridianamente que para el anarquismo no hay diferencia entre el qué hacer y el qué pensar, sino que es un continuo trasvase de la teoría en la acción y de la acción en la teoría. Muy probablemente, el “Amauta” buscaría desacreditar a Prada para hacerse cargo de aquella “dirección” de la clase obrera a la que se refería.

En 1948, en la “Casa del Pueblo” del partido aprista, se preparó un homenaje a Manuel González Prada. En el programa de la ceremonia estaba como epílogo las palabras de la viuda. Al comenzar sus palabras, Adriana de Verneuil, sorprendió con estas palabras; “Doy gracias a Dios por haberme permitido celebrar el centenario de Manuel”. La gente congregada no salía del asombro al escuchar estas palabras; cuando, en medio del suspenso público, aclaró mirando a Haya de la Torre: “Eso de Dios lo he dicho por usted”. Esta otra anécdota testimonia la manipulación de la figura de González Prada, ya muerto, por parte de los apristas, en este caso particular, cuando hay poco o mejor dicho nada de similitud. El Superintendente de Banca y Seguros del corrupto régimen aprista de Alan García, Hugo García Salvatecci, en uno de sus inconsistentes trabajos en relación al anarquismo en el Perú, manifiesta: “Pienso que si se desea hacer un estudio completo sobre el origen de la primera ideología aprista habría que remontarse forzosamente a La Protesta y a las postrimerías del movimiento anárquico peruano”. Desliza la posibilidad de ser –los apristas como él- continuadores de la construcción de una conciencia crítica y se “cuelgan” del auge del anarco-sindicalismo en el Perú. García Salvatecci se refiere a una defensa de parte de uno de los redactores del periódico La Protesta, por motivos determinados y en un momento particular, al Haya perseguido y en prisión cuando, al parecer, nada hacía prever su posterior actuación. Después el mismo periódico corregiría, al menos parcialmente, su actuación. Se trata del mismo periódico anarquista que defendió a Prada en momentos de acusación. Este es un hecho clave en lo que se refiere a lo errado de ligar anarquismo y aprismo, o mejor dicho Partido Aprista. Aquel joven muchacho que conoció al Prada bibliotecario y se acercó como muchachillo periodista admirador y nervioso, al morir Prada, no tardó en convencer a la viuda para que él mismo, Haya de la Torre, y Luis Alberto Sanchez sean a la muerte de ésta, los herederos de los bienes de Prada y los únicos autorizados para hacer trabajos con los documentos de la familia Prada. Es así que el “Partido del pueblo” siguió intentando apoderarse de la figura de Prada, Sanchez sacaría las Obras Completas de González Prada y varios trabajos con, más que todo, anécdotas y datos de poca monta. Muchos dicen, por ejemplo, que el Don Manuel, libro de Sanchez, es copia de Mi Manuel de la viuda. García Salvatecci, mucho tiempo después de sacar un, medianamente bueno, trabajo sobre Prada; sacaría uno de mediocrísima factura, con lo mismo sólo que peor. Ahí menciona sandeces como que Prada “le inculcó el amor a la patria” u otras, torpemente militantes como: “si en nuestros estudios hay algún aporte, se lo debo a mi Partido: He estudiado al Anarquismo como vertiente principal del APRA...”. Tantos años para confirmar que este pobre tipo nunca entendió a Prada libertario.

Por otro lado, y reincidimos en mencionar esto, hay en González Prada una evolución interior, un proceso de desarrollo, que también recae sobre su concepción de lo religioso. “Tan metafísico y teólogo es un hombre al afirmar la existencia de un Dios como al negarla. La verdadera filosofía consiste en dudar”. “Sobre las cosas dudosas como Dios y nuestro destino, el verdadero pensador no vive aferrado a creencias fijas sino fluctuando entre opiniones sucesivas”, dice Prada. Aquella maduración y superación de ideas desborda aquel ateísmo simple que se le atribuye. Prada era un tipo muy agudo y perspicaz como para caer en absolutos totalitarios. Sería muy peligroso, también, a la vez que poco acertado, determinar que hay un sistema filosófico (la inmanencia) que serviría para organizar todos los aspectos de su pensamiento. Craso Error, esto sería tan penoso como defender un ateísmo simplista donde no lo hay. Las especulaciones de Thomas Ward en su trabajo La Anarquía inmanentista de Manuel González Prada son poco acertadas. Demás está decir que desconoce la vigorosa influencia de Eliseo Reclus en relación a los conceptos de Evolución y Revolución. Prada está muy lejos de ser solo un nihilista con marcada vocación destructiva. Quizá Ward tendría que revisar conceptos claves como socialismo y anarquía, nihilismo y anarquismo; o entender el ateísmo y el agnosticismo en relación a la anarquía. Fracasa, en relación a Prada, tanto o más, como Gerardo Leibner, aquel investigador de La Protesta y la “andinización del anarquismo en el Perú”, refiriendo que Prada no logró una síntesis entre su radicalidad criolla peruana y su anarquismo, deslizando una carencia en Prada, que no existe: pues no existe un anarquismo peruano como síntesis, y tampoco creo que esto le quite el sueño a cualquier anarquista apátrida No podemos dejar de lado al “atinado” periodismo. Los artículos sobre Prada no hacen sino cansarnos, como aquel publicado este año en el Diario El Peruano. El autor, un tal Robert Medina Pecho tituló su artículo: Del Liberalismo al anarquismo. Este artículo, recordatorio de los 159 años del natalicio de Prada, no es sino más de lo mismo. Se habla de González Prada sólo como escritor puntilloso, periodista y político. Casi todo el artículo gira en torno a algunos detalles de su educación, el “trauma de la guerra” y en el último apartado, “la propuesta”, sólo se habla de su anarquismo en un par de párrafos. Esto es ilustrativo en relación al periodismo. Si es que existe una labor periodística en Prada, sería parecida a la de anarquistas como Rafael Barrett o Ricardo Flores Magón, que además de poseer prosas estéticamente similares, también actuaron sin trabas jerárquicas y con puño firme al margen de la línea periodística de cualquier publicación. Con el mexicano Flores Magón, incluso, los une su tránsito de una formación positivista cercana al anarquismo kropotkiniano y un liberalismo político económico al anarquismo que ambos optaron abiertamente casi simultáneamente. Ambos entenderían en su propia experiencia que el Estado, origen y meta de la actividad política , es una superestructura fundamentada en el capital y en intereses contrarios al anarquismo. Prada y Flores Magón asumieron, por su propia cuenta y riesgo, que la verdadera lucha no es la que se da entre una doctrina política y sus enemigos sino la que se da entre lo autoritario y lo libertario. El historiador libertario Max Nettlau, refiere al respecto de Prada: “Fue categórico en su lucha contra el concepto de autoridad y, en mi opinión, de manera persuasiva. Su obra como la de Rafael Barrett, me demuestra el valor de estos anarquistas que propagaban sus convicciones directamente, sin sentir presión alguna por parte de los gremios o agrupaciones. Tales hombres van derecho contra el concepto de autoridad, al que desmenuzan con un razonamiento absoluto y lo inutilizan sin piedad”.

Esta sucesión de visiones pagadas de errores son como aquel monumento a Prada en la avenida Javier Prado. Es decir mera fanfarria ceremonial, puro vacío intelectual e institucional que no lo comprenden ni en lo más mínimo. Si es que Prada fuera inmortal –y lo es su pensamiento- los acusaría con su dedo implacable y su pluma vigorosa. Caería en la cuenta que no se trata sino de un mal generalizado y, como en el desencantamiento de su poemario Trozos de vida, les volvería a decir con tono misántropo al lado de la muerte: “Al puede ser de la tumba / Voy sin pena ni temores / Con el asco por la vida / Con el desprecio a los hombres”. Y es que no se entiende al anarquista, a Prada libertario.

Lucho Desobediencia

PRADA LIBERTARIO (y 2)



Prada Libertario (y 2)


Cuesta hablar de Prada sin acudir a los suyos, a los libertarios. Lo recordaba Rodolfo González Pacheco, a propósito de su libro póstumo Anarquía que fuera publicado con artículos, en su mayoría, del periódico Los Parias: “Ahí está el libro Anarquía, tan eficaz y caliente como si lo hubiera escrito hoy, madurado al fuego de las contiendas actuales, no sólo contra el Estado, sino contra las flamantes dictaduras de la derecha y la izquierda. No hay una página muerta; todas siguen peleando”1. Es una descripción atinada acerca de un vigoroso libro que centra toda su crítica en lo autoritario, y con una prosa literaria de gran valor. Leemos, por ejemplo, en el artículo La Autoridad: “Según los antiguos, el poderoso Zeus, al arrebatarle la libertad a un hombre le quitaba la mitad de su virtud. Muy bien, perdemos lo más grande y lo mejor de nuestro ser al sufrir el oprobio de la esclavitud; pero ¿qué ganamos desde el instante que ascendemos al rango de autoridad? Cojamos al ente más inofensivo, otorguémosle la más diminuta fracción de mando, y veremos que instantáneamente, como herido por una vara mágica, se transforma en un déspota insolente y agresivo”2. Palabras precisas y argumento derecho contra el concepto de autoridad, como precisaba, el Herodoto de la Anarquía, Max Nettlau.

Como hemos visto, ante todo tenemos a un Prada antiautoritario, esta característica libertaria recorre gran parte de su obra, e, insisto, de un modo evolutivo. Como Eliseo Reclus, en su libro Evolución y revolución3, para Prada los conceptos de revolución y evolución no se niegan. “En evolución y revolución no veamos dos cosas diametralmente opuestas, como luz y oscuridad o reposo y movimiento, sino una misma línea trazada en la misma dirección; pero tomando unas veces la forma de curva y otras de recta. La revolución podría llamarse una evolución acelerada o al escape, algo así como la marcha en línea recta y con la mayor velocidad posible”4. Herencia innegable del geógrafo libertario francés que, al pretender descargar la carga negativa de la revolución, manifiesta que en la evolución universal las revoluciones se suceden por infinidad de millones, y que por insignificantes que puedan ser finalmente entran en ese movimiento infinito de agitación.

Su confianza en la ciencia, como anarquista, se la debe a Reclus pero también, y en mayor medida, a Pedro Kropotkin y sus fundamentos científicos del anarquismo. Esto que fue el talón de Aquiles de muchos anarquistas, sobretodo los que cargaron con el positivismo a cuestas para derrotar clero y tradiciones, constituyó tanto en los librepensadores decimonónicos como en Prada una entrega esperanzada a algo que reconocieron como un instrumento del porvenir del hombre que conduciría a la humanidad a una sociedad más justa y perfecta. Por ejemplo, un discurso como El intelectual y el obrero parecería contener grandes semejanzas al libro La conquista del pan5 del anarquista ruso. La influencia de ésta obra capital del anarquismo en Prada es clave, el ha leído esta obra y comprende el aporte libertario como crítica de la economía política existente que ya tendía a crear un mecanismo productivo deshumanizante, con “hombres tuercas” y “hombres tornillos”; e ignorando, en suma, la posibilidad que Kropotkin establece en relación a la necesidad del trabajador de crear y de poner algo de su ser en los objetos que produce. La idea de que no hay diferencia entre el pensador que labora con la inteligencia y el obrero que trabaja con las manos es tomada de otro libro de Kropotkin llamado Campos, fábricas y talleres6 que complementa –siguiendo el estudio económico- La conquista del pan; en esta obra se afirma también que no existe –en sentido estricto- “una labor puramente cerebral y un trabajo exclusivamente manual” y se aboga a favor del trabajo y la educación integrales. Así, y en general, sus ideas socio-económicas y la de la revolución son de origen kropotkiniano.

También existen tintes de “revolución malatestiana”, es decir, también influencia del italiano Errico Malatesta. Básicamente, lo que propone Malatesta y que está señalado en su libro Ideario7 y en el folleto Nuestro programa es la necesidad de un anarquismo que tenga en cuenta el factor de la voluntad; a saber, un proyecto en el que la anarquía sólo será realizable en tanto y en la medida que los hombres se lo propongan. No basta la conciencia, es necesario también una voluntad –anarquista y creadora- capaz de producir efectos nuevos, independientes de las leyes mecánicas de la naturaleza o de cualquier inevitabilidad histórica. Prada dice en La revolución que “La voluntad del hombre puede modificarse ella misma o actuar eficazmente en la producción de los fenómenos sociales, activando la evolución, es decir, efectuando revoluciones”8. Un matiz evidentemente diferente que asume Prada en busca de un anarquismo evolutivamente crítico, pues lo del propio Kropotkin se acerca a un anarquismo con posiciones deterministas. En otra parte de dicho texto dice también Prada: “Desde la reforma y, más aún, desde la Revolución Francesa, el mundo civilizado vive en revolución latente: revolución del filósofo contra los absurdos del Dogma, revolución del individuo contra la omnipresencia del Estado, revolución del obrero contra las explotaciones del Capital, revolución de la mujer contra la tiranía del hombre, revolución de uno y otro sexo contra la esclavitud del amor y la cárcel del matrimonio; en fin, de todos contra todos”9. Al parecer una revolución de carácter muy general y diverso que reúne no sólo los clásicos problemas políticos, sino aspectos poco tocados para la época: el amor y el matrimonio. Prada encontraba en la familia un ámbito de opresión tan duro como el del Estado o aún más; y ni hablar de su opinión muy dura y crítica sobre el matrimonio. Uno de los pocos que anduvo por esa línea de crítica desde la cotidianidad fue Malatesta. Basta revisar algunos artículos suyos en periódicos italianos. Por otro lado lo suyo pretendía una revolución sintetizada en la fórmula “libertad para todos” o revolución humana y no sólo proletaria. En un discurso, el primero de mayo de 1906, Prada se muestra contundente y con la misma fórmula declara: “Para el verdadero anarquista no hay, pues, una simple cuestión obrera, sino un vastísimo problema social; no una guerra de antropófagos entre clases y clases, sino un generoso trabajo de emancipación humana”10.

La etapa de la Guerra con Chile de donde se nutren muchos seudo-intelectuales para adjudicarle cierto patriotismo a González Prada no es sino una etapa de tensión en la que ya perfilaría su odio a las patrias: “Todos los espíritus elevados y generosos convergen al cosmopolitismo, todos repetirían como Schopenhauer que ‘el patriotismo es la pasión de los necios y la más necia de las pasiones’. Pero, mientras llega la hora de la paz universal, mientras vivimos en una comarca de corderos y lobos, hay que andar prevenidos para mostrarse corderos con el cordero y lobos con el lobo”11. Y de aquella manera resolvió Prada esa lucha interior, esa secuela que dejó la guerra y que después maduraría en un sentimiento apátrida bien reflejado porque, como bien dijera Prada, “la patria no es sólo el aire que respiramos, el río de que bebemos, el terreno que sembramos, la casa donde vivimos y el cementerio en que duermen nuestros antepasados; es también el soplón que nos delata, el esbirro que nos apercolla, el juez que nos condena, el carcelero que nos encierra y la suprema autoridad a quien debemos obediencia y sumisión, ya esté representado por un general sudamericano que a duras penas sabe leer o escribir, ya por un reyezuelo español que lleve por cerebro un trozo de bacalao frito en el aceite de alguna sacristía”12. En este sentido, Prada conoce perfectamente la crítica del anarquista ruso Miguel Bakunin al patriotismo, entendido como culto sacerdotal del Estado. Para esto Bakunin compara el autoritarismo del Estado con el de la Iglesia (Dios) y pone de relieve lo dañino del reflejo de aquellos cultos divinos, el de la iglesia convertido en misticismo absurdo y esclavizante y el del Estado, igualmente dañino, y convertido en un bestialismo pernicioso llamado militarismo basado en aquella abstracción necrofílica, porque “el Estado, por su mismo principio, es un inmenso cementerio, donde vienen a sacrificarse, a morir y a enterrarse todas las manifestaciones de la vida individual y local, todos los intereses de las partes cuyo conjunto constituye precisamente la sociedad; es el altar donde la libertad real y el bienestar de los pueblos se inmolan a la grandeza política, y cuánto más completa es esta inmolación, más perfecto es el Estado”13. Manuel González Prada debidamente influenciado por Bakunin, también dijo: “No habiendo más realidad que el individuo, el Estado se reduce a una simple abstracción, a un concepto metafísico; sin embargo, esa abstracción, ese concepto encarnado en algunos hombres, se apodera de nosotros desde la cuna, dispone de nuestra vida, y sólo deja de oprimirnos y explotarnos al vernos convertidos en cosa improductiva, en cadáver”14. Prada, en su libro Horas de Lucha, se adscribe al viejo lema anarquista “Ni Dios ni amo”y advierte que Bakunin descarga tantos golpes en la Iglesia como en el Estado, rescatando del revolucionario ruso la sentencia: “Si Dios existiera sería necesario abolirle”. Tanto para Bakunin como para Prada la idea de Dios absorbe, destruye todo lo que no sea Dios; y propicia a la vez una religión como justificación trascendente de la sujeción económica y política.

Prada también tiene presente al anarquista francés Sebastián Faure exclamando en momentos de colérica inspiración: “marchemos al combate contra el dogma, contra el misterio, contra el absurdo, contra la religión”. Para el autor de Doce pruebas que demuestran la inexistencia de Dios, este (dios) representa la Autoridad suprema, el gran símbolo de la autoridad a liquidar, a echarse abajo. Y es este principio el que combate cabalmente Prada. El mismo Faure relaciona la problemática de la autoridad con el dolor universal15 y las contrapone a la libertad y la felicidad general. Es una crítica de la autoridad concebida como resultado de las experiencias más diversas, políticas o no, que la descubre como un virus que envenena todas las relaciones humanas y sociales. La misma razón le causa repugnancia a Prada, y frente a la autoridad propone la desobediencia: “Odiemos, pues, a las autoridades por la única razón de serlo: con el solo hecho de solicitar o ejercer mando, se denuncia la perversidad de los instintos. El que se figura tener alma de rey, posee corazón de esclavo; el que piensa haber sido creado para el señorío, nació para la servidumbre. El hombre verdaderamente bueno y libre no pretende mandar ni quiere obedecer: como no acepta la humillación de reconocer amos ni señores, rechaza la iniquidad de poseer esclavos y siervos”16. Sigue siendo Prada, el más antiautoritario de los antiautoritarios; y más que un apóstol, un anarquista.

Lucho Desobediencia

POE, MALDITO POE










Poe, maldito Poe



Cuando un loco parece completamente sensato, es ya el momento de ponerle la camisa de fuerza



Poe nos lleva aun mundo oscuro. Nos arrastra a sus túneles de emparedados y castillos lúgubres. Nos seduce con vocación de asesino y paria. Hijo de Elizabeth Arnold y de David Poe, matrimonio de actores, nació en Boston el 19 de enero de 1809. Su padre desaparece misteriosamente sin que jamás vuelva a saberse de él; su madre muere tuberculosa, y a la edad de dos años él es acogido en el hogar de los Allan, comerciantes de Richmond (Virginia), quienes, sin embargo, nunca llegan a adoptarlo legalmente. La vida en el Sur habría de dejar muy fuerte huella en la formación del niño, a la que no escapa la influencia del folklore negro, folklore de aparecidos, cementerios y cadáveres que deambulan por selvas y montes, y la de los ritmos de la gente de color.

En 1815, los Allan viajan a Inglaterra y Escocia, cuyo folklore también habría de influir en Poe durante sus primeros años de escuela. Al regreso comienza a escribir en secreto algunos poemas, que le ocupan más y más tiempo hacia 1823 y 1824, época en que conoce a Helen Stanard, de quien se enamora. Este amor desdichado habría de marcar toda su vida, y se convertiría en el molde, en el esquema básico de muchos amores similares: Helen, inalcanzable, madre de un condiscípulo, enloquece poco después y muere.

A los 18 años, Edgar marcha a la Universidad de Virginia, dejando a su novia, Elmira, de quien sus padres y los Allan lo alejan mediante engaños. En la Universidad, a tono con sus condiscípulos, gasta mucho dinero en el juego, y además bebe; pese a que es un alumno brillante, John Allan se niega a solventar sus gastos, que juzga excesivos, pretendiendo que Edgar se dedique al comercio. Ante esto, el joven parte a Boston donde publica su primer libro, Tamerián y otros poemas (1827). En 1832, escribe su primer cuento, Metzengerstein, y al año siguiente obtiene el primer premio en un concurso organizado por el Baltimore Saturday Visiter, por su cuento Manuscrito hallado en una botella. A partir de entonces, realiza trabajos periodísticos en diversas revistas literarias, alternando la crítica con el cuento y la poesía.

Los años que siguen serán de permanente oscilación entre la labor creadora, la depresión nerviosa, las crisis de angustia, los amores platónicos y desdichados, pero estarán signados por un denominador común: la miseria. Dos afectos duraderos estabilizarán su vida: el de su prima Virginia Clemm, con quien se casa en 1836, cuando ésta cuenta con 14 años, y el de la madre de ésta y tía suya, que lo protegerá y acompañará siempre. Juntos vivirán una existencia sin arraigo, en casa alquiladas en Nueva York, Boston o Filadelfia. Entretanto Edgar Allan Poe alcanzará una notoriedad cada vez mayor, sin que esto signifique mayor seguridad económica. Alterna ahora sus colaboraciones en algunas revistas; procurándole algún alivio a la angustiosa situación de su grupo familiar, que se desintegra en 1847 al morir Virginia tuberculosa. Esta muerte sume a Edgar en la mayor desesperación: alcohol e ingestión de opio.

Sobre Poe se ha escrito ya mucho, se ha dicho demasiado, yo encuentro en él a un exacerbado amante de la oscuridad, un sujeto cuya corta y contrariada vida estuvo signada por la depresión, la melancolía y una imaginación perversa. Que transitó los caminos del alcohol y las drogas aprovechados incluso éstos para influenciar lo sombrío y fantásticamente imaginario de sus obras.

No pretende ningún tipo de moralización, la dimensión ética se desarrolla así en el discurso, a partir de los recorridos pasionales de los personajes, se orienta a desconcertar, a pervertir el orden, una intencionalidad distinta y molesta, incluso sobre universos de valores emergentes. Poe parece subvertir la clásica estructura con un final moralizante, poniéndonos, sin embargo, frente a un acto de orden axiológico. Dentro de esta ambigüedad, en esa incertidumbre, caben todas las fantasías y excesos: todo es camino, pesadilla, sueño, posibilidad. A determinado nivel no existen héroes ni villanos, ni la literatura ni el arte existen para brindar un efecto normativo agradable que nos lleven hacia un paraíso moral libre de perversidad, más bien nos permiten explorar los recónditos parajes de la conciencia humana, y sin la actitud dogmática de ideologías y religiones.

Poe transita el tema de la moral sin caer en moralizaciones dogmáticas, nos habla a partir de su gato negro o de otros personajes oscuros, sobre la complejidad del ser humano, lo opaco del espíritu y sus variantes. Nos muestra la locura sempiterna de los espíritus libres y rebeldes. Nos muestra que le sensatez en un mundo de idiotas mecanizados es para amordazar. Era un maldito cuya querencia definitiva era subvertir.

Hay un mundo de sueños desesperados esperándonos. De soñadores desgraciadxs y rebeldes. Dice Rudolf Rocker, el anarquista autodidacta alemán, “también Poe era un soñador de esta clase, su espíritu se hallaba siempre ausente de la vida, lejos de los hombres, entregado constamente a los hondos misterios de la eternidad”. Habría que agregar los misterios de la muerte, aquella que parece cabalgar Poe, como aquel personaje sobre su caballo entrando a los fuegos. No hay subversión más absoluta que desafiar hasta la propia existencia misma. Poner en jaque a la muerte y a lo recóndito de la existencia.

Como cuando leemos El pozo y el péndulo, donde Poe nos dice: “Temblando, retrocedí a tientas hacia la pared, decidido a dejarme morir antes que afrontar el horror de los pozos que en las tienieblas de la celda multiplicaba mi imaginación. En otra situación de ánimo hubiese tenido el suficiente valor para concluir con mis miseria de una sola vez, lanzándome a uno de aquellos abismos, pero en aquellos momentos era yo el más perfecto de los cobardes. Por otra parte, me era imposible olvidar lo que había leido con respecto a esos pozos, de los que se decía que la extinción repentina de la vida era una esperanza cuidadosamente excluida por el genio infernal de quien los había cocebido”.

Leamos a Poe cuando la esperanza sea mínima razón o cuenta de algo, cuando nos ahoguemos en un sueño macabro, como en sus relatos, como su poema Eureka, que dedicara “a los soñadores y a aquellos que ven en los sueños la única realidad”.

Poe muere en 1849, en Baltimore, en oscuras circunstancias, una muerte que tuvo mucho de autodestrucción.

Lucho Desobediencia

Barney, el dinosaurio de Bush





Barney, El dinosaurio de Bush



"Barney", el dinosauro púrpura, aquel personaje que fue creado en 1987 por una profesora tejana en apuros económicos, llamada Sheryl Leach, se ha convertido en el delirio de los niños y niñas, sobre todo en la primera parte de sus infancias. Por aquellos, ahora lejanos, ochentas, Leach había soñado con crear los más comerciales y entretenidos videos educativos para niños preescolares con la idea de agenciarse un dinerillo. Inicialmente, pensó en "Cuddly", un oso que cobraba vida; pero, después de que Leach notara la fascinación de su hijo frente a los dinosaurios en una exposición en el museo, el protagonista y carácter principal para los videos se convirtió en eso que todos conocen como "Barney". Los videos caseros del primer Barney fueron lanzados en 1988. Leach organizó a un equipo de ventas para vender los videos a los almacenes de juguetes y videos a través de todo EE UU. En 1991, un video de Barney fue alquilado a un almacén de Connecticut por Larry Rifkin para la fiesta de cuatro años de su hija Leora Rifkin. Rifkin resultó ser un millonario gerente de programación de un canal norteamericano en Connecticut. El enganche de la hija de Rifkin con el vídeo condujo a una llamada telefónica para proponer una invitación formal que llevó a Barney a la televisión pública. A partir de ese momento, todo fue cuesta arriba, económicamente hablando.

"Barney y sus amigos" iniciaron su salida televisiva públicamente en abril de 1992 y se convirtieron rápidamente en un referente preescolar. "Barney y sus amigos" ofrecía ya a Baby Bop y su hermano mayor BJ, en un molde cultural educativo y conservador que supuestamente refiere diversión, aprender sobre la amistad, compartir, cooperar, respeto por otros, buenas maneras, autoestima y los buenos hábitos de salud y seguridad, manifestándose estos principalmente en la conclusión de cada episodio, donde el dinosaurio repasa y resume los primariosos y precarios conceptos educativos de cada episodio. Se dice, además, que este programa acentúa el desarrollo cognoscitivo, la actividad física y la interacción social, que interesa abrazar significativamente estos conceptos relevantes sobre la base de presentar un producto para las edades de dos a cinco años. "Barney y sus amigos" fue producido inicialmente sólo por Lyric Studios, en EE UU, compañía productora que posee sus derechos para los formatos y demostraciones en la televisión, películas, videos caseros, DVDs, CDs, cassettes, libros y juguetes. Recientemente, Lyric Studios se fusionó con la trasnacional británica Hit Entertainment, que también es dueña de los derechos intelectuales sobre otros programas como "Thomas y sus amigos", "Bob el constructor" y "Los rubbadubbers".

Hoy lo televisan en más de cien países y sigue logrando gran éxito de sintonía. Más de 60 millones de videos de Barney son vendidos sólo en Norteamérica. Los primeros libros de Barney fueron publicados en 1993, con más de cientos millones de copias vendidas por todo el mundo. Su canción de batalla "Te quiero a ti", es la primera canción que muchos niños se aprenden de memoria. Además de la canción que marca el comienzo del programa y la más significativa, es decir, la que sólo se conoce como "canción de Barney", la cual presenta la tonadita pegadiza de aquellas canciones relativas a la guerra de independencia o guerra de secesión, producto del ingenio de los productores del programa de Barney quienes pretenden identificar a este muñeco de gomaespuma con el espíritu americano de la libertad, tan conocido, por ejemplo, en lugares como Irak, donde (en el 2003 y en adelante) muchos de los soldados iraquíes que fueron tomados como prisioneros de guerra por los soldados americanos, han sido torturados e interrogados después de horas de tortura auditiva bajo los rigores de la música de Barney. Así, la armada de los EE UU está empleando este programa de televisión para niños con el objetivo de romper la resistencia de los prisioneros, no dejándolos dormir y poniéndoles música que les resulta culturalmente ofensiva. Dicen algunos especialistas que si se les pone esta música durante 24 horas seguidas, su cerebro y sus funciones corporales empiezan a debilitarse, su pensamiento se vuelve lento y su voluntad se rompe. Allí es cuando entran más interrogatorios y severas torturas.

Además de todo este progresivo proceso de éxito monocorde con el actual sistema neoliberal imperante, lo curioso es la identificación y adopción de normas y valores pre-establecidos, digitados por grandes corporaciones televisivas, y asumidas por diferentes estratos sociales -en el mundo- enmarcados , por lo demás, en pequeños núcleos y cercos sociales llamados familias. Las familias, posaderas de las sociedades, dirigen su mirada a la moda y al consumo y pocos individuos -insertados o relacionados con aquellas células- pueden escapar a ello. Por ello nada mejor que identificar y determinar un producto que atraiga y atrape los deseos y las fantasías de los niños y niñas. Barney es un dinosaurio que existe en nuestra mente, cuando se hace grande es realmente sorprendente, dice la canción; y de esa manera, con los colores y la escenografía adecuada, los productores y los empresarios marketeros han decidido qué se ideará: un imaginario amigo, un pequeño dinosaurio de juguete que se convertirá en uno más grande y real siguiendo los designios de la imaginación de los niños y niñas asalariad@s que brillan en sus programas. Un bienpensado producto que hasta ha reparado en ubicar bien a sus consumidores: padres complacientes y niñas o niños de imaginación muy pasiva (culpa del anquilosamiento familiar) y, por lo demás, en una edad de formación. Sobre los primeros, no tienen solución. Encaminadores de la normalidad, el consumo y la obediencia. Sobre los segundos, diríamos que pretenden tomarl@s en una etapa decisiva, estratégica según sus estudios de marketing, en una edad preciosa y libre; pero receptiva sobre todo a partir de lo más llamativo y desde donde, entiendo yo, se llegan a marcar pautas de comportamiento y acción para el futuro.

Pero, lo lúdico es otra cosa.

Es una actitud que poco a nada tiene que ver con programas televisivos o personajes preconcebidos imaginaria y sibilinamente. Tampoco es un parque de diversiones cerrado en la monotonía de nuestras relaciones familiares o en el hartazgo del recreo escolar. La imaginación pende de lo lúdico, una imaginación libre y (re) creativa, capaz de sacarle la vuelta a la realidad y a sus convenciones, capaz también de estropear los juguetes o armatostes más rígidos en busca de la dispersión y los deseos más íntimos. Sin roles ni reglas. Entonces, cuando aparece un producto millonario e irrumpe en las pantallas o en las jugueterías, nosotr@s, pobres padres y madres, no podemos sino darnos cuenta del vil negocio, escatimando en los riesgos y consecuencias del asumir patrones consumistas y mediáticos, a sabiendas que lo lúdico (la esencia o lo que queda aún libre del juego sistémico, institucional o reglamentado, o quizá lo apartado totalmente de esto) no se contrapone al espíritu infantil de búsqueda de motivos de juego o esparcimiento. Incentivar a inventar nuestros propios juegos y amigos imaginarios -pero honestos- podría ser una buena opción. ¿Hasta cuándo necesitar de maquinaciones frívolas de despacho?

Este dinosaurio de invento, diseñado por mentes en sintonía Bush, aparece, entonces, como un buen representante de la lógica del Pensamiento Único, de la corrupción, del ataque a otras culturas, del pisoteo a los más libres juegos y deseos, aparece como una mascota de aquel llamado imperialismo, una mascota de Bush (e irónicamente, su mascota preferida lleva por nombre Barney, pero se trata de un perro), una de sus mejores armas, cargada de valores ridículos y endulcorados, dejando de lado otros, severamente importantes. Por lo demás, no nos queda sino aceptar nuestra condición de madres y padres diferentes, libertarixs que gozamos con la felicidad de nuestrxs hijxs en forma antiautoritaria, pues creemos que nosotrxs podemos asumir estos roles creativamente y alejados de la convencionalidad y del Espectáculo, pero dejándoles la puerta abierta a la elección. Tratemos de arrancarles sonrisas liberadas a nuestrxs pequeñxs, cuidémoslxs, expliquémosles y seamos sus guías autocríticxs, pero sin dejar de lado que ellxs son niñxs con todo lo que eso felizmente implica.

Lucho Desobediencia

LA LIBERTAD DEL CELULAR





La libertad del celular

Existen algunas condiciones para sentirse superados, superación como logro de status social, en esta sociedad. Condiciones que determinarían el nivel socio-económico de los individuos; individuos-títeres que, en la misma lógica neo-liberal y siguiendo los dictámenes de los mass-media, entran y se envanecen en los dominios del consumismo.

Así, pues, la lógica del consumo tiende a crear nuevos objetos que deleiten los sentidos, en forma superficial, aparatos que, suntuosamente, comprueben nuestro tenue acercamiento a la tecnología. La misma lógica que te crea “una necesidad y una tarjeta mágica”, o varias, en todo caso y que te convierte en un código de barras más, ahora, no distingue entre sujetos o clases. Todos quieren un celular.

Todo comenzó un 3 de abril de 1973, cuando un ejecutivo de saco y corbata, parado en una avenida céntrica de Nueva York, realizó una llamada a través de su, aún novel, teléfono celular. Se trató de Martin Cooper, gerente de Motorola, quién utilizaba su prototipo DynaTAC, a la vez que sorprendía con su voz a Joel Engel, ejecutivo de Bell Labs. Pero no fue sino hasta 1983 que este modelo obtuvo la licencia comercial y salió al mercado. Ese mismo año se monta el primer sistema celular, uniendo las ciudades de Washington y Baltimore.

La historia de este inefable aparato se puede resumir en tres etapas: una primera, donde el objetivo fundamental era conseguir un prototipo móvil que permitiera hablar desde cualquier lugar. Ese “ladrillo” que veíamos en algunas series americanas ochenteras del peor tipo. En una segunda etapa, las empresas líderes concentraron sus esfuerzos en desarrollar teléfonos cada vez más pequeños y que se conviertan en accesorios de moda.
Pero, a fines de siglo, como tercera etapa, estos malditos burócratas comenzaron a frotarse las manos y vieron en el celular una sutil manera de control social, así como una forma muy fácil de llenarse los bolsillos de billetes verdes. Para esto, acudimos a lo que Vance Packard llamó la “Edad de la manipulación”, en la que una serie de profesores de psicología transformados de pronto en mercaderes y expertos en relaciones públicas transformados en psicoanalistas comienzan a crearte necesidades y persuadirte hacia un mundo de reflejos condicionados y conformismo, manipulando no solo las necesidades, sino también los deseos, los temores y las frustraciones de los individuos más “frágiles”.

Asistimos entonces a la “Era del celular”, una “Era de la estupidización total”, donde comprendemos que el hombre no solo compra lo que no necesita, sino también se fascina frente a los nuevos juguetes neoliberales de tercera generación; así, como en algún momento dado, el público de consumo se rindió ante el televisor a colores frente al de blanco y negro; y como el disco compacto se impuso frente al cassette; los celulares están a la orden del día, en cualquier lugar donde te encuentres, de cualquier color, tamaño, función, etc. La novedad, en todo caso, son las funciones del celular, con reloj (presuroso y capitalista desde luego), con calendario, con juegos (cada vez menos lúdicos), con noticias (las que te quieren hacer ver), con Internet y otras sandeces más. Digamos que tantas funciones como para que te quedes bien “entretenido y ocupado” con este curioso artefacto.

Lo más resaltante de todo esto es la forma como te lo quieren meter entre ceja y ceja: la publicidad. La multinacional italiana Tim (1) llegó por estos lares y pretende captar más esclavizados consumidores con su frívola, pero al parecer también fructífera, campaña publicitaria. Quienes tenemos la desgracia de no abstraernos o ensimismarnos lo suficiente frente a la máquina publicitaria neoliberal, nos topamos a cada instante, en un diario, en un panel publicitario o en la “caja boba” con aquella triste vieja fórmula; es así que, como en los comerciales de cerveza, vemos un banal mundo de alegría, otro tanto sucede con el tópico de la “dichosa” telefonía móvil, jovenes burócratas felices y sin problemas (obviamente blanquitxs), un mundo artificial, que en el caso de los celulares, posee una máxima significación o una meta: la libertad.

Esta claro que esto no se trata de una fetichización del significado de la palabra: libertad, que se nos puede antojar como una palabreja en algunos casos. Lo importante sería aquella actitud crítica, heterodoxa y problemática que frente a condiciones autoritarias nos incita a la subversión, una subversión que tiene que partir, justamente, de lo cotidiano y que nos obliga a establecer relaciones. Aquella máquina persuasiva funciona del mismo modo cuando se trata de elecciones democráticas, donde no se trata de consumidores, pero sí de ciudadanos. También se destaca la “libertad” del hecho de elegir democráticamente a quien te obligará a pagar la multa si es que no lo haces. En todo caso, también se nos ocurre que aquella libertad democrática se parece a la que exigen las multinacionales, libertad virtual, es decir, libertad de empresa y de consumo (ojo, pero sin caerle mal a la máquina estatal que los protege), libertad para creerse libres en un mar de burocracia neoliberal y bailecitos mass-mediaticos; un celular para estar comunicados, con el Gran Hermano, y para estar esclavizados por su propia estupidez.

(1) Se trataba de la publicidad nauseabunda de Tim Peru, que después se convertiria en Claro. Era el año 2001 y de lo que se trataba era de "promocionar" dichos aparatillos con canciones melosas y llamados a la "libertad".

Lucho Desobediencia

EL PRIMERO DE MAYO Y LA DICTADURA DEL TRABAJO





El Primero de mayo y la dictadura del trabajo

Ayer fui a trabajar pensando en lo arduo que es mantener un trabajo y recordando aquello de que “el trabajo dignifica al hombre”. Con los ánimos saturados, me acomodé en el colectivo que me llevará al suplicio diario, siendo testimonio crudo de la propia desdicha humana convertida en horas laborales. La cotidianidad de ser un activo esclavo asalariado.

Para mantenernos a flote en esta terrible sociedad debemos esforzarnos en buscar un trabajo. Creo que la palabra exacta es empleo, éste con un salario que justifique el esfuerzo y cubra las necesidades básicas. Estando ya enredado en un empleo de ocho, diez o hasta doce horas (¡?), ¿y si los patrones o el jefe te quieren pisar los derechos laborales? La huelga es la solución a la vista, pero, ¿por qué no profundizar?

Exigir mejoras en clave reivindicativa no es incidir críticamente en el asunto laboral. Muchas veces se “trabaja” dentro de la estructura incluso levantando las banderas de estas exigencias. ¿Acaso la autogestión no es posible? Creemos que sí lo es y que de nosotrxs depende incursionar en este tipo de experiencias desacomodándonos de los feudos laborales de explotación, para generar alternativas y mecanismos económicos propios y sinceros. Todo parte de la interiorización de esta problemática, cuestionando a los mandamases y patrones y a la propia función de tuercas de algún macabro engranaje.

Hace casi más de 120 años, algunos trabajadores fueron ajusticiados en Chicago por organizar una concentración para reclamar la jornada laboral de ocho horas en mayo de 1886. Hablando claro, estos compañeros no sólo fueron asesinados por el Estado por exigir algunas horas de esclavitud asalariada sino también –y más que todo– por la finalidad anárquica, por lo que tiene de vital y enérgico el anarquismo. Recordemos algunas de estas ideas releyendo una octavilla que ya circulaba en Chicago a mediados de 1885: “Un día de rebelión, no de descanso. Un día no ordenado por los portavoces de las instituciones que tienen encadenados a los trabajadores. Un día en que el trabajador haga sus propias leyes y tenga el poder de ejecutarlas. Todo sin el consentimiento ni aprobación de los que oprimen y gobiernan. Un día en que con tremenda fuerza, el ejército unido de los trabajadores se movilice contra los que hoy dominan el destino de los pueblos de todas las naciones. Un día de protesta contra la opresión y la tiranía, contra la ignorancia y las guerras de todo tipo. Un día para comenzar a disfrutar de ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso y ocho horas para los que nos dé la gana”.

Entonces, que este Primero de mayo no sea motivo de fiestas ni de orgullos ingenuos, sí de luchas pero a un nivel más enérgico y radical, abocándonos al rechazo frontal del trabajo como sinónimo de esclavitud y dictadura. Buscar la libertad en el trabajo es como esperar un beso en la boca de un cañón o una fruta en la vaina de una espada. Mañana no iré a trabajar.

Lucho Desobediencia